lunes, octubre 26, 2009

EN PACHUCA MEXICO SE LIDIO LA CORRIDA DE LA CARDENILLA

Esa corrida en que reproduci fotos de los toros por su edad pues habian de 8/9 nueve años y de 7/8 años, toros que por su edad jamas hubieran podido ser lidiados en España.

Como dije me despertaba curiosidad pero no podia ir, pero copio y pego via Opinion y Toros la cronica de la misma:

"(Pachuca-México) Los toreros les respondieron a los de La Cardenilla (Crónica completa)
Firma: Nadlleli Bastida


En tarde fría y con lluvia a partir del 4° toro, se registró un cuarto de entrada en la plaza Vicente Segura. Se lidiaron siete toros de La Cardenilla, con edad y no pulcramente presentados, ya que algunos tenían las astas dañadas.

Rafael Gil Rafaelillo: vuelta
Alfonso Ramírez El Calesa: tres avisos
Ricardo Rosas: a la enfermería
Xavier Ocampo: una oreja
Miguel Ortas Miguelete: una oreja
Víctor Mora: dos orejas
Paúl Cortés: silencio

Finalmente ellos fueron los siete toreros que hicieron el paseíllo para enfrentarse a un traído y llevado encierro de La Cardenilla. Cada uno ha presentado sus credenciales. Con base en el toro que les ha tocado lidiar y la experiencia tras los años de alternativa de cada cual, así como su reciente bagaje, salieron de la plaza con una importante carta de presentación, algunos con más puntos que otros.

Sobre el encierro de La Cardenilla, primero, debe decirse nuevamente que el trapío no es sólo una gran caja y cornamentas que impresionen. Era un encierro con edad, pero con edad que rebasa hasta la reglamentaria y descuidado. Con las astas lastimadas prácticamente todos, e incluso, algunos trasijados. Esto último no se nota tanto por lo grandes que son, pero cómo lucen cuando están rematados. En cuanto a juego, a los dos primeros no había más que lidiarlos con torería y matarlos. Los otros cinco han dejado estar en distinta medida y por supuesto que había que tener valor y cabeza.




Mora en foto de archivo



Víctor Mora ha estado superior. Más allá de que conozca bien este hierro, derrochó de todo. Ya con el ruedo anegado, pues la lluvía cayó desde el cuarto toro, Mora pidió que saliera su toro. Recibió con sabor a la verónica al astado y las zapatillas para afuera. Nunca miró si metía los pies en un charco o si le lastimaba la arena.

Ya desde el quinto los pasaron sin banderillas. Así que Mora pidió permiso y birndó a la concurrencia que se había mudado prácticamente toda a las alturas de la plaza para no mojarse, pero no la abandonó. Sin dudas, entregado a no más poder y bien puesto se dio a torear al de La Cardenilla. El toro le brindó posibilidades y el torero le pegó las tandas justas en número, con temple, mando y colocación. No más de cuarenta pases, pero bien dados y variados. Mató de un estoconozo que reventó al toro. El público y el juez no podían hacer menos que otorgarle las dos orejas.

Apenas Xavier Ocampo remató con el capote al cuarto sonreía y asentaba con la gente del callejón que podría haber algo. Menos toreado y un tanto rígido, tal vez por la presión de necesitar un buen resultado y el nervio que circulaba por el encierro, Ocampo hizo las cosas. Se le vió mentalizado y decidido. Le fue pudiendo al toro y este también lo dejaba. Poco a poco se fue confiando y gustando ante el toro que resultó incluso distraído. Concluyó con toreo por alto y después de un pinchazo dejó media que fue suficiente. El cotarro valoró la disposición y le fue entregada una oreja.

Ya con el aguacero en pleno, Miguel Ortas Miguelete lidió al quinto con mucha afición y valor por delante. También se puso ahí, a buscarle la lidia al toro. Corrió la mano en tanto las condiciones lo permitían. Desplantes y abrochó su faena con manoletinas. Una estocada entera caidita que requirió de un descabello, pero no por ello el público dejó de valorar la entrega del torero. Paseo también una oreja.

A Rafael Gil Rafaelillo le tocó uno de los malos, malos. De esos que se cuelan, esperan y probablemente el de mayor edad. Además, con un defecto en la visión. Muy torero estuvo Rafaelillo. Firme con el capote y con la muleta sólo había que lidiarlo, eso sí con guapeza y le metió la espada. Saludó en el tercio para luego arrancarse a dar la vuelta.

Paúl Cortés tampoco se rajó. No obstante ser el último espada, aguardó su turno. Difícil con el ruedo enlodado y encharcado no se le puede negar el intento. Menos toreado y naturalmente menos confiado trató de encontrarle la faena. El toro no era incómodo pero tampoco se entregó.

El Calesa también tuvo al santo de espaldas. Por principio de cuentas, sorteó al otro malo y luego no estuvo acertado con la espada. Escuchó los tres avisos.

Ricardo Rosas había recibido bien al tercero, con el que la cosa mejoraba. Lamentablemente, apenas en el tercer o cuarto muletazo lo prendió. No llevaba ninguna cornada pero por las lesiones que presentaba en la rodilla y tobillo derecho no pudo continuar. Gustavo Campos cuajó dos pares de banderillas muy toreros que le valieron saludar en el tercio."


Como se ve al margen del estado de los pitones y del abandono que aparentaban segun el critico libiables fueron, lo que pone en entredicho la limitación de edad impuesta en España.

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