domingo, octubre 18, 2009

EL BAÚL DE LA CONDESA

No soy una aficionada empollona ni erudita de que esas que se caracterizan por conocer los encastes bravos como si los toros fueran de la familia y de paso darle la paliza con la heráldica ganadera al vecindario, me sé los orígenes básicos de las vacadas clásicas y con eso cree una que va que chuta.
Tampoco le presto mucha atención al tema porque es inutil llegar a conocer la verdad de un mestizaje histórico, ya que han sido, son y serán muchos los cruces secretos que los ganaderos vienen realizando desde tiempos remotos. Una no cree que en la naturaleza animal -incluido el hombre- se den las lineas puras, ¿ha cruzado últimamente Miura?
Lo digo por el cambio que se viene apreciando desde no hace tanto, tanto en la morfología como en el comportamiento de los ejemplares propiedad de don Eduardito y don Toto Miura.

Décimo y último festejo de la feria de Zaragoza, seis amoruchados toros precedente de Zahariche que parecían de dos ganadería diferentes. Los tres primeros marrajos, tres toros en la onda comercial de lo más comercial del campo y durante cuya lidia estuve a punto de dormirme como me pasó la tarde de los de Parladé, y los tres últimos verdaderos búfalos con malas pulgas que por lo menos mantuvieron la atención de la que firma.
Sin superar la terna sicológicamente el que estaban frente a toros con leyenda de depredadores y se entiende porque además este ganado es tracionero, Raafelillo, en valiente toda la tarde, y Jesús Millán y Alberto Álvarez sin haber visto pitón en todo el año, le dieron muerte a los tres que abrien plaza con demasiadas precauciones, que no se pueden considerar como un petardo al uso pues estuvieron firmes, pero sin aprovechar la cantosa borroguez de sus cardenos enemigos.
Con los tres últimos cambió la cosa y, a mi manera de ver, desde las circunstancia de cada uno, los matadores dieron la talla ya que bastante tuvieron con aviarlos pudiendo con ellos gente tan poco rodada, y salir de plaza a pie dignamente.
El más miura para mi gusto fue el cuarto en intenciones aviesas, aunque por hechuras el más miurón fue el descomunal castaño albardado que salió de sexto. A su segundo Rafaelillo le plantó cara como tigre y, listo, vendió muy bien la faena espabilando a un público al que encontramos excesivamente frío. El toro, flojo como sus hermanos rayando la invalidez algunos de ellos, manso como todos, descastado pero con poder, en cuanto Rafael se descuidó le echó mano y le puso para empezar un pitón en el gañote. Pero el bajito torero se levantó en gigante y por allí anduvo por la orejas muy de verdad, como todos los toreros de su estatura con un par de pergolatos que el mundo han sido. El toro, que había picado muy bien Antonio Muñoz, se conoce que se acordó del cuarto de Zahariche y le dio guerra al de Murcia por un tubo a la hora de morir. Estoconazo hasta la bola aunque trasero, el cabrón del toro mantenía la boca cerrada y pareció que apretaba los dientes porque en un descuido y, tras levantarlo el puntillero, pegó un arreón con una ráfaga de derrotes que a punto estuvo de llevarse por delante a media cuadrilla.
¿Quién ha sido el burro encargado de conseguir llevar al desuso la elemental técnica que consistía en poner un par de capotes debajo del morro del toro a la hora de descabellar? Ah...

Jesús Millán apechugó con un barrabás que hizo quinto y el torero aragonés aguantó sobre las piernas y hacia afuera muy requetebien encajando los quince o veinte cates que le lanzo el toro de salida para pararle los pies sin respiro casi en los medios. Flojo como los demás, el bicho se recuperó de patas mostrando en la muleta como si cazara moscas con el izquierdo y fue una tranquilidad verlo echarse tras liquidarlo el torero como buenamente pudo.
Aparataje tuvo el último para aburrir, observándose como su morrillo sobresalía por encima de las tablas cuando medio las barbeó de salida. Con semejante garlopo un torero como Alberto Álvarez, que lleva encima un torero muy clásico y cincuentero aunque no toree apenas y diera la sensación como si en su tierra la oficialidad de la Cabaña Brava y otras hierbas no lo quisieran sabrá Dios por qué cuestiones de pueblo, salió con la muleta muy relajado y voluntarioso, guapamente, pero el toro no tenía un pase y el de Egea tras un trasteo absurdo pues no cabía el lucimiento y sí la 'corná', se lo quitó de enmedio así mismo y también como pudo.

La corrida fue tarda y sosa, berreó y escarbó y se oyeron demasiado los estribos. Los tres primeros toros se escobillaron en cuanto pusieron la pezuna en la arena, ummm, y lo del segundo fue un descaro de mutilación animal. ¿Sangraba por el pitón derecho el toro?. No puedo asegurarlo puesto que el único plano corto que de su cabeza nos ofreció la televisión, el realizador decidió cambiarlo rápidamente y a cambio sacar al repugnante Fernando Polo, por fin taurino de callejón, gerente cultural de la empresa de la Misericordia.

LA CONDESA DE ESTRAZA

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